
Cada vez que un neumático termina su vida útil, se convierte en un residuo complejo, voluminoso y difícil de manejar. En Chile, según cifras del Ministerio del Medio Ambiente, se generan más de 6 millones de neumáticos al año, lo que equivale a más de 150.000 toneladas de residuos. De ese total, menos del 20% era reciclado antes de 2023. El resto terminaba enterrado, acumulado en patios, vertederos ilegales o, en el peor de los casos, quemado.
Los neumáticos son altamente contaminantes: tardan más de 500 años en degradarse, liberan químicos tóxicos y metales pesados, y en estado de abandono son un foco para incendios y criaderos de plagas. Su acumulación no solo daña el entorno, también representa una amenaza para la salud pública.
En respuesta a esta situación, en septiembre de 2023 entró en vigor la Ley REP (Responsabilidad Extendida del Productor) para los neumáticos, que obliga a las empresas importadoras y fabricantes a recolectar y valorizar un porcentaje creciente de los neumáticos que ponen en el mercado.
Esto activó una cadena de reciclaje que hoy está comenzando a tomar forma: los neumáticos se retiran, se procesan y se convierten en gránulos o polvo de caucho. Pero aquí aparece una nueva pregunta: ¿qué hacemos con ese caucho reciclado?
Ese es el punto clave. El reciclaje no se completa hasta que ese material tiene un nuevo uso. Y ahí es donde entramos nosotros.

En RUEDO transformamos el problema en solución